viernes, 3 de julio de 2009

JOSÉ LUIS L. ARANGUREN: EL MARXISMO COMO MORAL

INTRODUCCIÓN
Publicar en la España del año 1967 un libro sobre marxismo que no sea convencional, está muy lejos de ser una tarea fácil. Por una parte el autor, en cuanto moralista, tiene que responder a lo que, justificadamente, se espera de él, y no puede defraudar las razonables expectativas del lector. Esto significa que el libro debe ser comprometido. Pero esta palabra, “compromiso” posee en castellano, a diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, tres posibles sentidos que nos conciernen. Lo que de verdad quería decir cuando empleaba antes la expresión, es que, al escribir este libro, libremente me comprometo. Pero, ¿hasta qué punto? Aquí y ahora, engagement –que es la traducción de este primer sentido de “compromiso”- no es sinónimo de “afiliación”. A través del libro todo, hablaré no como hombre de partido –que no lo soy-, sino como intelectual que preserva celosamente –morbosamente mejor, dirán quienes tienen la pasión de enrolarse- mi independencia. Hace ya algunos años escribí, como fórmula expresiva de la posición del intelectual vis à vis de la sociedad, que ésta consiste en mantenerse solidariamente solitario y solitariamente solidario. En este sentido, al conocido título La muchedumbre solitaria, yo me inclinaría a oponer personalmente, como lema, este otro: La soledad solidaria. Desde esta posición de soledad solidaria me esforzaré, en las páginas que siguen, por comprender la moral del marxismo, con una pretensión un tanto paradójica, a la vez desde dentro y, sin embargo, no como marxista (aunque, naturalmente como todo hombre que de verdad pertenezca a nuestro tiempo, bajo la influencia del marxismo).
Este esfuerzo de independiente comprensión podría –segundo sentido de la expresión, inmediatamente derivado del anterior- “ponerme en un compromiso”, como se dice en castellano, bien a causa de la “compresión”, ante el aparato estatal de control, bien, a causa de la independencia, a los ojos de una oposición extrema. Lo primero espero que no ocurra, pues el régimen se ha hecho lo bastante pragmático como para desentenderse de los análisis teóricos. Lo segundo estoy seguro de que no acontecerá, pues el diálogo franco y comprensivo entre quienes estamos en la oposición, procurando ser siempre fieles a nosotros mismos, ha de ser útil a todos.
Y, en fin, tercer sentido de la palabra, quienes me conocen saben de antemano, y quienes no, comprobarán, que a continuación no se busca ningún ecléctico “compromiso”, ninguna aguada apariencia de solución que a todos satisfaga.
Sobre la importancia del tema y sobre su actualidad no hace falta insistir. Se ha escrito mucho sobre marxismo, pero poco desde el punto de vista moral. Es natural: a los marxistas no les gustaba esta palabra y los antimarxistas veían o querían ver en el marxismo la esencia misma de lo inmoral. Hoy las cosas han cambiado y, por una parte, nos damos cuenta del fuerte ingrediente moral –e incluso, como en la China de estos últimos tiempos, moralista-; mas, por otra, nuevas tendencias –así el estructuralismo marxista- tienden a poner en cuestión, a eliminar tal vez, ese factor. Pocos temas pueden encontrarse hoy de discusión teórica tan apasionante como el que vamos a desarrollar a continuación.
La manera de hacerlo será la siguiente: en primer lugar se procederá a una exposición de los sentidos de la palabra “marxismo” y a continuación se hará la crítica de esos usos significativos, de los cuales, en tercer lugar, se destacará el que aquí nos interesa, marxismo como moral; en cuarto lugar se tratará de la moral política del marxismo y finalmente, como recapitulación, se esbozarán unos apuntes de la historia del marxismo desde el punto de vista de la moral. Un último capítulo se dedicará al “diálogo” del marxismo con el cristianismo, desde el punto de vista moral.

ARANGUREN, José Luis L., El marxismo como moral, Madrid, Alianza, 1968,189 pp., págs.: 11-15