sábado, 29 de noviembre de 2008

ANN JÓNASDOTTIR: EL PODER DEL AMOR

Las mujeres y los hombres, y los individuos como seres sexuales en general, se relacionan mutuamente en el proceso específico de producción (y reproducción) de la vida. En este proceso somos (como seres sexuales con género), a la vez, los agentes productivos y los productos. Y en este proceso nuestros cuerpos y mentes humanos y vivos son tanto la materia prima (que en este caso es social por naturaleza) como los medios de producción. Lo que los hombres controlan y explotan en este modo de producción principalmente no es el trabajo de las mujeres y el poder del trabajo, sino el amor de las mujeres y el poder de vida resultante de él. El producto específico, el resultado de este proceso de la práctica humana, que los hombres se apropian incomparablemente más y de modo diferente a como lo hacen las mujeres, no es de naturaleza directa o principalmente económica. El producto sexo/genérico específico no es una plusvalía mensurable en dinero o capital. Es, digámoslo así, plusvalía de dignidad genérica, que constituye un legítimo poder de acción socio-existencial. Esta plusvalía de poder se usa (consume) para los logros y acumulaciones de control genérico en las actividades económicas, políticas y otras actividades sociales. La forma colectiva y estructurada de este poder masculino debe definirse en términos de Herrschaft o autoridad en sentido weberiano.


JÓNASDOTTIR, Anna G., El poder del amor. ¿Le importa el sexo a la Democracia?, Madrid, Cátedra, 1993, Feminismos nº 13, ISBN: 84-376-1189-X, 359 pp., pág.: 70-1.

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